Desde que la alopecia se estableció definitivamente en mi cabeza para quedarse y la pérdida de cabello se hizo más que evidente, acostumbro a llevar gorra siempre que la ocasión no lo impida. La mayoría de las gorras que tengo son de motivos relacionados con la aviación (Patrulla Águila, Airbus, Papea, Air France...) pero también tengo otras de marcas de ropa, deportivas o de cerveza. No soy ni mucho menos un coleccionista de gorras pero si es cierto que cuando veo alguna que me gusta lo suficiente me la llevo puesta y la voy usando hasta que se deteriora tanto como para tirarla o la extravío; cosa que ocurre con demasiada frecuencia.
Pues bien, de todas las que tengo, hay una a la que tengo especial cariño, es una gorra que compre en junio de 2011 en el Family Day de Airbus y que desde entonces he llevado en todos y cada uno de los vuelos que he hecho desde entonces. Seguro que a poco observador que hayas sido te habrás dado cuenta de que siempre está en las fotos que pongo cuando voy pilotando. No te creas que la siento como un amuleto o algo así (no creo en esas cosas) pero todo tiene su por qué.
Pues bien, de todas las que tengo, hay una a la que tengo especial cariño, es una gorra que compre en junio de 2011 en el Family Day de Airbus y que desde entonces he llevado en todos y cada uno de los vuelos que he hecho desde entonces. Seguro que a poco observador que hayas sido te habrás dado cuenta de que siempre está en las fotos que pongo cuando voy pilotando. No te creas que la siento como un amuleto o algo así (no creo en esas cosas) pero todo tiene su por qué.
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Mi Gorra el día que fué comprada |